Hace algo más de un año me contactaron en Uruguay para pedirme opinión, porque habían hecho un inesperado hallazgo. Al fondo de un cajón de libros aún no catalogados, perteneciente a la biblioteca de una familia local adquirida hace décadas por el padre de quien me consultaba, aparecía un conjunto de textos mecanografiados que, a primera vista, conectaban con la famosa colección de prosas breves publicada como Historias de cronopios y de famas. Por Aldo Mazzucchelli.
