Arroyo de la Carpintería, agosto 19 de 1836: dos corrientes de pensamiento se enfrentan en combate en un acontecimiento histórico que marcará el nacimiento de dos de los partidos políticos más antiguos del mundo, el Partido Colorado y el Partido Blanco, identificándose los contendientes mediante una cinta o divisa de guerra.
“El Presidente Oribe” —nos recuerdan Reyes Abadie y Vázquez Romero— “entendió necesario y conveniente señalar ante toda la opinión pública la conducta de Rivera como subversiva y antinacional, y con ese propósito dictó el decreto del 10 de agosto de 1836 ordenando que los Jefes, Oficiales y tropas del ejército de línea, la Guardia Nacional, el servicio de Policía, los empleados públicos y los ciudadanos no alistados, en una palabra, toda la población, usaran una divisa blanca en el sombrero o un distintivo del mismo color en sus ropas, con el lema “Defensor de las Leyes”.
“El lema no pretendía ser el de una facción o partido sino que tenía carácter de un símbolo nacional, de la unidad y acatamiento de los orientales al orden republicano. El color blanco, a su vez, se remontaba a la divisa con que en 1811 las milicias populares artiguistas habían iniciado la revolución emancipadora.”
Inicialmente celeste, color de la escarapela nacional, la divisa de las tropas rebeldes leales al General Fructuoso Rivera se decoloraba por acción del sol y la lluvia, por lo que, para evitar confusiones y en vísperas de la batalla de Carpintería, fue reemplazada por otra colorada de mayor firmeza.
De gran variabilidad en sus medidas y materiales, generalmente las divisas eran confeccionadas por damas simpatizantes a las causas, bordando, cosiendo o dibujando con mayor o menor habilidad en cintas de raso de hilo de seda, paño o terciopelo los diferentes lemas, que luego se aplicarían a la copa del sombrero a modo de distintivo.
Hilos dorados, mostacillas, lentejuelas, letras dibujadas con plumín y tinta para las versiones artesanales se complementaban con versiones estampadas mecánicamente, como en el caso de la Guerra Grande (1839-1851) momento en que las divisas estampadas combinaron también letras y símbolos varios. En el caso del Ejército de la Defensa de Montevideo, la divisa colorada llevaba las denominaciones de los Cuerpos de línea y de Guardias Nacionales de la ciudad sitiada.
Las colores de las cintas y lemas que esos bravos guerreros orientales lucían orgullosamente sólo en tiempos de guerra se continuarán utilizando como distintivos en prácticamente todos los alzamientos armados de los siglos XIX y principios del XX, con algunas variantes de color como fueron la divisa celeste con letras negras, “Independencia o Muerte”, utilizada por los Defensores de Paysandú de 1863-1865; la también celeste con la leyenda “Patria y Libertad” de la Revolución de Timoteo Aparicio de 1870; o la divisa azul, blanca y punzó de la Revolución Tricolor de 1875, inspirada en los colores de la bandera de los Treinta y Tres Orientales, “Reacción Nacional”.
Durante la guerra civil de 1863-1865, los revolucionarios colorados usaron sus divisas con lemas bordados en oro o estampados con letras negras, con una corona de laurel encima del lema que rezaba “Ejército Libertador” en la generalidad de los casos y en otros el Cuerpo o División a la que pertenecía.
“Es el grueso del ejército de Brasil el que ha llegado” —anunció entonces el Gral. Leandro Gómez—. “¡Pelearemos contra ellos! ¡Contra Flores, contra la escuadra y contra todos los ejércitos que nos mande el imperio! Y si nos toca morir, aquí moriremos por la independencia de la patria. Que cada cual vaya a su puesto de honor. ¡Independencia o muerte!”
En la Guerra de la Triple Alianza, la División Oriental del Ejército Nacional de Operaciones del Paraguay usó por decreto de julio de 1865 una cinta punzó en los kepis con el lema “Ejército Oriental”. Jefes y oficiales llevarían el lema bordado en oro o plata mientras que la tropa usaría letras color negro.
Numerosos integrantes del ejército de línea de sucesivos gobiernos colorados, incorporarían divisas partidarias junto al pañuelo, como elementos no reglamentados de su uniforme, así como también integrantes de las milicias departamentales. Sus lemas hacían referencia a divisiones, batallones, jefes militares y frases como “Por esta vivo y muero”, “Por la Patria”, “Vencer o Morir”, mientras que las divisas utilizadas por oficiales de cuerpos de línea, solían incorporar elementos simbólicos como hojas o coronas de laurel, evocando la gloria o el triunfo.
En 1872, luego de la Revolución de las Lanzas, el Partido Blanco cambia su nombre a Partido Nacional, retomando, en varios hechos de guerra, lemas de campañas anteriores como “Libertad o Muerte” y “Defensores de las Leyes”, junto a muchos otros mencionados en la bibliografía existente o visibles en fotografías de época.
La mayor información disponible acerca de las divisas corresponde a las revoluciones de 1897 y 1904, con referencias a las divisiones o batallones del Ejército Nacional Revolucionario y lemas como “Ejército Nacional”, “Por la Patria”, “Por mi Patria”, “Blanco por la razón o la fuerza” y numerosas variantes incluyendo la palabra “Patria”, entre otras leyendas.
Cada divisa de guerra, sin importar el bando, permite asomarnos a tiempos tumultuosos y conlleva una tremenda carga histórica, ya que perteneció a un militar o a un ciudadano común devenido en soldado, que enfrentados cara a cara en los campos de batalla pagaron en muchos casos con su vida la defensa de sus ideales.
Nepomuceno Saravia, Jefe de la 9ª División revolucionaria, sobre el final de la guerra de 1904, previo a la entrega del armamento, escribía que “la Divisa no es un trapo de color, y significa, para los que por ella combatimos, ofrendar a las ideas de libertad y patria para todos un distintivo que nos aglutina, nos arenga, nos sublima y nos obliga moralmente al cumplimiento del deber, y el símbolo-ofrenda se transforma así en bandera de lucha y superación.”
Washington Reyes Abadie, en su obra Historia del Partido Nacional de 1989, sintetiza en forma magistral la enorme relevancia que unas simples cintas escritas generaron a través de los partidos fundacionales del Uruguay, hace ya casi ciento noventa años:
“A partir del bautismo de sangre y fuego de Carpintería, iban a teñirse (las divisas) de un hondo significado emocional para las gentes sencillas del pueblo, abarcando en dos singulares cosmovisiones la totalidad de la sociedad política oriental desde entonces a nuestros días. Enraizadas de esta manera en el inconsciente colectivo del pueblo, las divisas forjaron dos modos particulares y distintivos del ser oriental, encausado, a través de esta heráldica elemental, en dos verdaderas hermandades, en sus propios mitos nacionales, sus héroes y mártires, ideales y pasiones, que más allá de todas las diferencias económico-culturales, gestarían los partidos articulados como organismos cívicos y programáticos.”
Ing. Agr. Rafael Mujica Salles