A partir de 1943 Petrona Viera no va en pos de la transfiguración y poetización de la realidad. La relación entre el mundo que la rodea y la pintora ha cambiado. La artista ha dejado de ser intérprete del universo. Ahora prefiere ser fiel ejecutante, aparenta distanciarse lo más posible, no comprometer sentimientos y emociones, y entonces, abandonando el subjetivismo, mostrar la imagen elegida. Va en camino de un crudo realismo. Por Raquel Pereda
