Mundo que pueblan las ninfas y los sátiros, los Narcisos, los Endimiones y los Dionisios, las colombinas y los pierrots, mundo pleno de lirismo y sensualidad, donde habitan las bailarinas en reposo y los arlequines soñadores donde se esconde Stronenko, el ucraniano que desde Puerto Pollensa hasta París y Montevideo lo acompañara en sus aventuras personales, mientras el mundo se debatía y se desgajaba en ajenas turbulencias. Tal fue la Arcadia de su universo imaginario.
